miércoles, 3 de febrero de 2016

CONFUSIÓN Y RENACIMIENTO - un disco de los machos


Cuando uno es joven, la confusión puede ser un acompañante perenne. Pero si esa confusión se prolonga, pues habría que preocuparse un poco. Para 1981 yo ya no era ningún adolescente, ya peinaba 20 veranos y un onanismo a todo galope. La radio aún era una compañera de traumas y era lo que nos salvaba del suicidio. Por ahí estaban Juan Enrique Krateil con su programa "Sólo Rock n Roll", Hugo Salazar con su "Caverna Subterránea" o Guillermo Llerena Godoy, con sus eternos "Musicalissimo". Fueron años donde comenzamos a esculpir nuestra personalidad y donde, en lo personal, establecí mis más férreas posturas ante las modas, la música, la industria cultural, la política y todos los fenómenos vanguardistas y contraculturales.

Pero la confusión puede asaltarte en cualquier momento. Resulta que en aquellos años de afianzamiento, cambiando de emisora, me sorprende una banda súper agresiva, sucia y con psicóticas ganas de ser un endemoniado vitriólico haciendo metástasis. No me gustaba, pero me daba curiosidad saber quiénes eran esos enfermos... Cuando termina la canción, el conductor dice: "esto fue lo último de Village People, con su canción Food Fight"... ¡Village People!  -dije en total estado de zozobra mental. ¡Mierda!... ¿Los que cantaban Macho Man?... ¿Qué le pasa al mundo? ¿Ahora escucharé a Julio Iglesias cantando un hardcore? ¿Jimmy Santi iniciará en el Perú un movimiento punk en contra del sistema corrupto y castrador? ¿Nuestro Presidente Belaunde saldrá con una cresta verde a dar un discurso?... Noooo.... 
Menos mal que aquello fue un episodio aislado en el mundo de la música. Aquel disco de Village People, llamado "Renaissance", significaba un "adiós" a la Disco Music y una manera de "renacer", de acomodarse a los nuevos tiempos, repletos de New Waves radicales, New Romantics, proto-emos, post punks, etc. Fue una producción que, obviamente fue un desbarrancado fracaso, quedando como una rareza que algunos fetichistas siguen tratando de conseguir.

Hace poco lo vi en una tienda, en vinilo, con la tapa maltrecha y atacada por el moho. Estaba a 7 soles. Hasta me dieron ganas de comprarlo. Pero -me dije- eso podría alimentar mis pretéritas confusiones y podría hacer una peligrosa regresión de la cual tal vez no me salve. De pronto me van a dar ganas de arrebatarle el estuche de maquillajes a mi tía Clodoalda para verme como un ochentero Blitz Kids, y salir a la calle como Boy George... Pero, amigos, ni así me podría ver más ridículo que Anel Townsend defendiendo al candidato Acuña. (Daniel F)





martes, 2 de febrero de 2016

DISCOS DE COVERS - entre la desesperación y el reto




Dicen que cuando alguien hace un disco de covers o comienza a reeditar sus propios trabajos en plan de "nuevas versiones", es que el pobre está a punto de besar la lona o está pasando por el peor de sus momentos. El caso del "Pin-Ups", disco de covers del gran David Bowie, rompe la conjetura. Pues estas versiones (en su voz, en las manos de los Spiders From Mars) adquieren una dimensión nueva e increíble, pero conservando la magia de sus orígenes. Recuerden que en la época en que salió (1973) Bowie había adquirido merecidamente el status de súper estrella, tras editar joyas como "Ziggy Stardust" (1972) o "Aladin Sane" (1973). Y estaba preparando un súper disco con una gira monstruosa basada en un siguiente proyecto que se llamaría "Diamond Dogs" (1974), que fue otro gran acierto. Así que este PinUps se desenvolvió por el mundo de los discos, no como el "recurso barato de un artista desesperado", sino más bien como una producción con vida propia, tan así que muchos punkrockeros londinense sitúan a este disco como de los más influyentes, por sus sólidas estructuras de vitalísimo rock and roll y por rescatar material de épocas bastante extraviadas, fundamentales para los orígenes del punk.



Pero si, pz, los discos de covers suelen ser eso, recursos baratos para artistas a quienes el talento ya caducó. O (para no desentonar con el anterior post, el de Lou Reed) también podría ser una manera más o menos solapa de zafarse de las cadenas de alguna discográfica que quiere algún disco "de lo que sea", y donde el grupo, para no dejarles a la compañía algunos temas nuevos, prefieren sacar un disco de versiones o de re-versiones de sus propias canciones, y que la discográfica de mierda, se joda!

Y lo otro es hacer un disco de covers como un respiro, como una pausa entretenida, para luego seguir con el trabajo en serio. Porque el reto de hacer un “cover” es que luego TU versión va a ser comparada con el original. Así que tampoco es tan fácil el asunto.  El primer cover que me impresionó, definitivamente fue "Con una ayudita de mis Amigos", canción de Lennon y McCartney (The Beatles) interpretada por Joe Cocker en Woodstock. Fue impresionante. Es tan poderosa y tan diferente del original, que muchos nunca supieron que era una canción de los Beatles.

Las versiones de Yes de temas de (otra vez) los Beatles o de Paul Simon ("América"), también son dignas de eterno elogio. Los Ramones tienen un disco de covers que, francamente, no estuvo muy a la altura de las expectativas (pero bueno, qué esperábamos). Pero su cover de un tema de Tom Waits ("Yo no quiero crecer") fue lo único que salvó a su disco epitafio: "Adiós Amigos".

El que si NO se salvó fue el ofensivo "Thank You", disco de covers de Duran Duran, editado en 1995, que fue catalogado por varias publicaciones como "el peor disco de la historia". Auch!... Peor que el Metal Machine de Lou Reed, que ocupó el 2do lugar.

Tom Waits, sacando de apuros a gente como Rod Stewart o los Ramones

Yo todavía no me animo a sacar un disco de covers. Hace tiempo pensaba hacer uno con versiones de canciones de bandas peruanas. El asunto es que todavía sigo produciendo material propio, así que, por el momento ese proyecto está en pausa. Y los únicos covers que sigo cantando, son los de Fernando Ubiergo, el de los Saicos y "El Oso" de Moris. Espero algún día hacer un tributo a Salvatore Adammo, al asturiano Víctor Manuel o al rock argentino de inicio de los 70s (Nebbia, Vox Dei, Spinetta…), sólo espero que luego no me arrojen en el mismo ataúd que los Duran Duran… Tamaree... 
(Daniel F)

domingo, 31 de enero de 2016

¿EXISTE "EL PEOR DISCO DEL ROCK"?



Lógicamente NO existe tal estupidez. Pero cuando se habla sobre este punto, el trabajo de Lou Reed llamado "METAL MACHINE MUSIC", salta de la boca de los conocedores, cual liebre escapando de incendio.


La chismografia rock (que en este siglo se ha multiplicado hasta niveles peripatéticos) nos cuenta que Lou Reed estaba harto frente al (mal) trato de su compañía discográfica, pero no podía zafarse de ellos, pues le faltaba cumplir con un contrato que le exigía dos o tres discos más con la Empresa. Eso en tiempo-músico son por lo menos 2 años… ¡Pichula!... Entonces, de un plumazo, el bueno de Lou (que nunca fue ningún tonto) decidió reducir el lazo haciendo un disco doble cuya producción total demoró tan sólo 24 horas. Agarró su guitarra, la desafinó y él solito entró a la sala de grabaciones y le dijo al ingeniero: "graba". Durante una hora se dedicó a hacer ruidos y desfases, estrépitos y bostezos. Nada de su poesía, nadie canta, no hay secciones rítmicas… ¡Nada!... Una hora después, hizo lo mismo pero para el otro canal. (¡Caramba, no será Hendrix, pero no podrán negar que Reed era un profesional del estéreo!). Lo mezclaron (?), lo masterizaron (supongo) y listo. Ya estaba el gran disco. Los ejecutivos al escuchar semejante mamarracho, tuvieron serias dudas en editarlo. Lou los convenció (a medias, me imagino) de que aquello era un nuevo concepto dentro del vanguardismo, un experimento que sólo un genio como él podría lograr... "Que se agarren Pink Floyd y Mike Oldfield, que aquí llegué yo!"... Pastrulazo.

El disco salió y la gente fue rauda a buscar el "gran experimento sonoro". Al rato, ese mismo público comenzó a devolver aquella Máquina Metálica. Todos aducían "estafa", "bulla sin sentido", "una burla al sacrosanto templo del rock"...



Esta nota viene a colación, pues en ese didáctico grupo de Facebook llamado "Face Rock", uno de sus más activos socios (Fausto) puso un post sobre los peores trabajos realizados por grandes bandas, donde se incluían discos de Deep Purple, Rolling Stones o los horrendos Yes de los años 80. Y mi posición frente a eso era la misma que con la travesura de Lou, pues frente a una condena casi unánime, siempre saldrá alguien más bien agradecido por aquel menospreciado trabajo. Lo que para unos es una repugnancia sonora, para otros será una refulgente luz. No existe el "disco malo", sino el "poco apreciado".Todos los juicios en ese campo, terminan en las praderas de lo meramente subjetivo. 


Lo cierto es que en muchos casos, esos "discos malos" son el producto NO de “un bajón en el talento”, sino que son el resultado de perversiones salidas de las oficinas de la disquera, quienes obligan al artista a hacer cumplir los contratos, saliendo a la calle obras de los cuales no van a tener muy grata recordación (y peor nosotros, los fans, que casi nunca nos enteramos de lo que se juega detrás del encortinado empresarial). Otros artistas intentan COMPRAR sus propios contratos, con tal de zafarse de esa obligación. O, en su defecto, actúan como Lou Reed, sin importarle un soberano maní lo que vayan a decir los críticos o los fans, todo con tal de librarse de la disquera.

En mi caso, una vez firmé contrato por dos discos que debían salir en un plazo determinado. Cumplí con el primero ("El Origen de los Fundamentos") y seguí con mi vida. Al tiempo, los de la empresa me llaman y me dicen que ya estaban esperando "la siguiente entrega"... ¡Chucha! -pensé yo... ¿Tan rápido?... Y yo no tenía material como para un disco nuevo. Pero por esos días, muchos de mis conciertos estaban siendo grabados. Así que les dije a la Empresa que lo más rápido que podría entregarles era un disco en vivo. Lo escucharon, les gustó y lo editaron. Se llamó “En la Paradoja del Cero-47". Y la empresa le añadió: "Grandes éxitos en vivo". Menos mal que este trabajo fue super bien recibido, arrasando el tiraje en tan sólo dos días. Ah, y nadie fue a las tiendas a devolver el disco.