martes, 10 de noviembre de 2015

URGH! ...UN HAZ DE LUZ PARA PELEAR


 
cartel cortesía de arkivperu.com






La cola se hacía cada vez más y más extensa. Nadie de nosotros podía ocultar el enorme entusiasmo ante el suceso que estábamos todos por ver. No era una película, no era un Documental de Rock… Para todos los allí que esperaban, esto era UN CONCIERTO … Un enorme Festival donde íbamos a ver a Gary Numan, Toyah Wilkox, OMD, Steel Pulse, Devo, The Police, The Cramps, Chelsea, 999, Athletico Spizz80, Surf Punks, Invisible Sex, Wall of Voodoo y cien más… Nuestra soledad en la pradera de la música, nos hacía ver estos fortuitos sucesos como si fueran lo más importante del Universo. Ya lo habíamos sentido al ver Woodstock, Monterrey Pop o Pink Floyd en Pompeya. Nuestro aislamiento del mundo del rock nos empujaba a vivir entre la fantasía y la resignación, entre tener que soportar las casi nulas ediciones locales de discos de rock (muchas de ellas mutiladas) y la ausencia de grupos peruanos o conciertos locales, que se dignen en alzar el cuello por entre tanta afonía y nuestra ancestral costumbre imitativa.

“Urgh! A Music War” se estrenó en nuestro país a inicio de los 80’s.  La presentaban como el haz de luz que separaba una década de la otra (la antítesis de los 70’s, lo llamaban algunos). La primera vez la vi en un cine de Lima. Luego la vi en una sala de Miraflores (luego la vería en cuanta sala la presenten). En la primera, la gente estaba muy entusiasta. Pero en el segundo el público era un apocalipsis incontrolable. Algunos muchachos habían ido con el atavío de rigor, las camisetas conmemorativas, los pantalones rotos y los pelos parados. Saltaban, cantaban, se tiraban al suelo… Por alguna dichosa razón, yo no podía dejar de sonreír. Hasta allá me fui con mi compadre de andanzas el Edwin Núñez, quien luego será más conocido por el alias de Edwin Zcuela, cuando formó su banda Zcuela Crrada en 1984. Ambos ya teníamos la suficiente sapiencia contracultural como para poder disfrutar al 100% de tan tremendo monumento fílmico. Claro, en esos días ambos seguíamos siendo unos incondicionales fans de Bruce Springsteen, los Faces y el rock progresivo (cosa que no cambió nunca).


Urgh! la vi varias veces. Y en cada una se repetía la misma y muy entusiasta respuesta. Lógicamente había a quienes la película les parecía todo un asco. Mientras uno hacía cola, te cruzabas con los que salían de la función anterior. Y no faltaban algunos que a viva fuerza vociferaban: “¡Esta película es una mierda!”… Otro, un badajuelo y hipposo pelilargo de modales igual de perdularios, decía: “¡Que grupos más malos! ¡No entren, no pierdan su tiempo! ¡Todo eso es una cagada!”… Y lo decían con tal bronca y convicción que simplemente te daba pena ver a esos pobres sujetos sintiéndose estafados. Seguramente, alguno de aquellos irritados ciudadanos, habrá visto en Urgh, el futuro de la música… Habrá visto que la vida ha seguido caminando sin ellos, y que los nuevos sones llegaban con la amenaza de poner en olvido todo lo anterior.



Lógicamente, los que ya habíamos visto la película y estábamos regresando para verla de nuevo, sonreíamos ante estos arranques de energúmeno disgusto. Nosotros ya habíamos encontrado un resquicio en ese encierro tan lacrado que significaba el ser joven en Lima a inicio de los 80’s. La vida nos estaba mostrando una salida. Y ante estas nuevas corrientes que llegaban, la vida nos estaba dando a comprobar que no estábamos ni tan locos, ni tan confundidos, ni tan solos. --- (Daniel F)