jueves, 27 de febrero de 2014

CADA RESPIRO QUE TOMAS




UNA PUBLICACIÓN SOLO PARA MÚSICOS, PERO TAMBIÉN PARA UBICAR A ALGUNOS DESUBICADOS


Rafo Arbulú, en un alto a su actividad en Facebook
Yo soy de esos crápulas moderados del Facebook que, ni bien comienzan a cantar los pajaritos a las 5 de la mañana, ya estoy prendiendo mi PC y dando rienda suelta a las publicaciones y las charlas matinales. Al Twitter (pronúnciese “tuirer”, por favor) nunca le encontré ningún sentido y francamente jamás terminó de interesarme. Por eso, vaya mi agradecimiento más abusivo y total, a Mark Zuckerberg, a Eduardo Saverin, Chris Hughes y todos los demás nertzásos que hicieron posible esta maravillosa red de nuestros vicios. 

En Facebook solemos encontrar información de último momento, chácharas de terceros y anuncios graciosos.  Muy aparte de aquellos usuarios que suelen subir fotos de sus desayunos o fuentes de ceviche, o de insufribles monotemáticos que cada mañana a las 7.35 am en punto, suben alguna foto suya con la leyenda “aquí yo, entrando a mi trabajo”, fuera de todo eso, el Facebook es el campo ideal para algunas de las más buenas conversaciones en que haya participado.

En mi caso, suelo estar pendiente de los post que salgan en Muros muy puntuales. Por ejemplo hubo uno que, la verdad, estoy pensando ponerle marco. Y fue lo que publicó el productor musical Rafo Arbulú, conocido por sus trabajos con bandas de rock como Cementerio Club y el cantor Gianmarco, ganador de muchos premios y un tipo francamente fenomenal.

El amigo Rafo subió lo que estaba ocurriendo con la canción "Every Breath You Take" , del grupo The Police (del álbum Synchronicity, 1983) tema que vendió millones de discos en todo el mundo y que hasta hoy se sigue descargando por Internet, lo cual le ha generado al compositor (el gran Sting), millones de dólares por concepto de ventas y por derechos de autor. Pues bien, el rapero Puff Daddy, en 1997, tomó la conocida línea de guitarra que inicia este bello tema, y la usó como colchón para un rap que el buen Puff re-tituló “I’ll be Missing You”, conservando la línea melódica del estribillo pero con otra letra, experimento que, como calcularon sus manejadores, fue todo un éxito en las radios, en la MTV y en las ventas, algo que le volvería a dar a su autor (Sting) varios ceros más en su ya abultada cuenta de banco. 


Andy Summers, a punto de llamar a la policía
Y aquí vino el combate. Resulta que, si bien el autor de la canción es 100% Sting (según la Ley y según la lógica más elemental en la música), aquella guitarrita de introducción, es obra de Andrew James "Andy" Summers, el guitarrista de la banda, quien, al enterarse de esta nueva re-edición y de toda la nueva carga de millardos que estaba generando, y sumado esto a la mala onda que se tiene con su ex compañero en La Policía, pues salió a desatar una pataleta de padre y señor mío, reclamando un porcentaje de esas regalías generadas por el rapero, y se puso a llorar ante la prensa, ante la Reina de Inglaterra y, si lo apuraban un poco, hubiera bajado hasta el programa “Amor Amor Amor”, contándole todas sus penas al buen Peluchín. Y como “una pena entre dos es menos atroz”, el flacuchento de Stewart Copeland (el baterista) también entraría en la ofuscación pública, puesto que, al parecer, a ninguno de los dos ex policías les va muy bien por la vida, y quieren agenciarse alguito extra a costa del éxito de otros. Una historia no muy nueva por estos lares.

George Martin, explicándoles a los melenudos de Liverpool, que un Do disonante en cuarta disminuida, puede enlazar perfecto con un Re séptima con bajo en Fa. Un capo el llamado "quinto beatle"


Pues bien, todos los que estamos en música sabemos que una canción está compuesta por letra y su respectiva línea melódica (yo le agregaría: estructura). Lo demás es puro cuento. Si uno quiere registrar una canción en (Dios me libre!) Apdayc, basta con llevar la letra de tu ocurrencia y la partitura con la línea melódica de la misma. Eso es suficiente. Basta con que vayas a INDECOPI con un demo, donde tú solito ejecutes tu canción, con solo guitarra y voz, e incluso tu sola voz a capella, pero siguiendo una línea melódica definida, y listo, ya registraste la canción como tuya.  Todo lo que luego pueda sonar alrededor (armonías, arreglos orquestales, redobles de tambor, incidentales fortuitos, un solo de guitarra, alguna lindeza del oboe o coros angelicales), carece de importancia a la hora de hacer las cuentas. Si no fuera así, muchas de las canciones de los Beatles, estarían firmadas como Lennon, McCartney y Martin, y no como el clásico Lennon y McCartney, puesto que George Martin no solo fue un productor que hizo y deshizo algunas de las más grandes obras del grupo de Liverpool, sino que realizó maravillas en el plano de los arreglos orquestales y agregados sonoros que, incluso, han quedado en nuestras retinas auditivas, tanto y a veces hasta más que las mismas canciones de los Beatles. (Tarareen algunas del Revolver, del Sargento o del Magical Mystery Tour, y se toparán con alguna genialidad del buen George).

Lo otro es cuando se llega a algún acuerdo con el o los arreglistas, y establecen que todo podría ir a partes iguales o en porcentajes menores. Pero mientras esto no suceda y no esté en un papel, no corre, y el autor será el que la Ley y las convenciones tradicionales de la música, lo determinen. Porque el gran error en que suelen caer algunos neófitos en esto de la música y sus derechos autorales, es creer que porque uno forma parte de la banda o porque tocó la tuba en alguna canción ajena, es suficiente para ser considerado como “autor”, o al menos como “co-autor”, o al menos “denme un porcentaje de lo que sea, por favor!!”… Un jocoso desfase mental que suele acarrear algunas risas, a la hora que lleves estas desopilantes pretensiones a algún abogado especialista en autorías, con el fin de plantear algún inadecuado reclamo. 

Y el post de Arbulú fue genial en ese sentido. Entraron a dar su opinión y sus veredictos, gentes de todas las esferas del Derecho Autoral, abogados, músicos profesionales, gente de (Dios nos libre!) Apdayc, etc, etc, dando cátedra suprema ante estas tramas que se pueden tornar peliagudas cuando no se sabe muy bien de cómo son las cosas en realidad.

Y bueno, con respecto a "Every Breath You Take", la cosa quedó como tenía que quedar: con Sting como único y solitario recaudador de las regalías y sus beneficios correspondientes, y con sus compañeros llorando en un escondrijo, sin ningún afán por volver a reformar el trío original, pero muy motivados en llamar a la Policía.

martes, 25 de febrero de 2014

NUESTRO ENLACE VISUAL y LA TELEVISIÓN BASURA








Hace unos días, estuve viendo ese magnífico espacio televisivo llamado 3G (me encanta!), y hablaban sobre los vinilos.  Y salió algo en lo que no había caído en cuenta: mucha de la (gran) estética desarrollada en los discos de la época dorada (década de los 70’s), vale decir las portadas dobles, triples, las fundas desplegables, la gráfica anexa incluida en las envolturas (posters, afiches, gráficos alucinantes con las letras, etc), se debía –decían- a que en aquellos años no había otra manera de entablar un enlace visual con tus cantores favoritos. No era muy común verlos en la tele o en los suplementos de los diarios. Así que, al adquirir un disco, obtenías también ese vínculo visual al que no tenías mayor acceso, y el círculo se completaba.

¿A qué voy? A que nuestros ojos, la vista, son una de nuestras herramientas más preciadas, incluso para algo tan “de otro sentido”, como la música, pues cuando esto se enlaza a lo visual, y luego, a su vez, a nuestra emoción, dará como resultado un enamoramiento o un rechazo. Y en este punto, destaca, nítidamente, la televisión.

Comenzó como una pantalla donde veías información, hasta que comenzó a transmitir entretenimiento, y ahí se dio cuenta de su verdadero gran poder. De pronto un actor, un político o un músico que lograba salir en algún programa muy sintonizado, terminaba elevando considerablemente su popularidad.

Empero, en los últimos 20 años, hemos venido escuchando un término que ya se nos hizo muy familiar: la Televisión Basura. Vale decir, aquella que, alejada de cualquier intención de informar, culturizar, difundir valores o mostrar logros artísticos, limita sus emisiones a chismes, líos de famosos (a veces pre-armados), sensacionalismo, sexo y violencia.   La televisión, algunos de sus personajes y secuencias más seguidas, se han vuelto la inspiración para muchos, quienes caminan por el mundo siguiendo estos libretos, que ya reemplazaron a su propia intuición, cubriendo así, esa notable ausencia de códigos propios, con escándalos, aquelarres faranduleros y algún extravagante reality show.  


“La televisión basura es la forma cretina que tiene el medio de crear programas mediocres que miden tu incultura y tu desgracia para igualarla y jamás potenciar lo bueno de esta vida”
(Roberto Pettinano, humorista argentino, un notorio de la televisión gaucha)


Si bien ya había tele-basura hace muchos años, yo recuerdo que hubo un incremento desmedido durante el gobierno de Fujimori. Todos esos titulares que nacieron junto con los llamados “diarios chicha”, fue trasladándose a la televisión, una televisión maniatada por los designios estatales, quienes no tuvieron ningún rubor en endilgarnos una programación de lo más nauseabunda, teniendo a Laura Bozzo como una de las abanderadas de tan tremenda cloaca. Sumado esto, a la ausencia de creatividad y al rollo empresarial (si no hay basura no hay auspiciadores, y si no hay auspiciadotes, todos morimos), pues llegamos a nuestros actuales días con una televisión basura, mucho más basura y más hedionda que nunca.

Para hacer “Televisión Basura”, hay que tener un estómago especial. Hay que poseer una maldad y una falta de escrúpulos lo suficientemente desalmada, como para poder regodearse de que haya una nueva víctima de abuso, una orgía pederasta o un suicidio, porque eso le va a dar una semana más de exclusivas, y varios puntos más de rating. Harán primeros planos de la víctima, esperarán a que llore, y, para “ser justos”, entrevistarán al violador o al asesino, contando de su tormentosa vida e intentarán justificar sus actos con lacrimógenos trazos y libretos. Por si quedara alguna duda, entrevistarán a su madre, a sus hijos, y terminarán haciendo del criminal, un nuevo héroe, y hasta le darán un programa propio o le harán una película.

Por ahí salen con que el ANDA tiene que intervenir, que la Asociación de Radio y Televisión debería intervenir, que la Iglesia debería elevar algunas plegarias, que el Gobierno debería inmiscuirse, que la sociedad civil en pleno debería dar su opinión… Y otros salen con que la solución a todo esto es, simplemente, “apagar la tele”… 

Sin lugar a dudas, como dice Pettinano, la tele, esa arma de seducción masiva, es un chicle para los ojos, y despegarse de esa golosina tan atrayente, resulta un tanto difícil para muchos. Pero, lamentablemente, hermanito, tanto dulce, termina sembrando caries en el cerebro. Y aquí la corto porque tengo que ver “Combate”… 



domingo, 23 de febrero de 2014

EL NUDO LINGUAL


Algunas lenguas hacen patria... otras, se hacen nudo

EL NUDO LINGUAL 


Esta nueva Entrada pensaba titularla “La Rimbombancia de las Palabrotas entre un Mar de Dudas y Desechos Inalterables” o sino también “Cuando las Palabrazas rebasan todo un Vocabulario que en un momento dado nos parece Insuficientemente Insuficiente”… Pero creo que Blogger me prohibiría la entrada, ya no por obsceno, sino por exagerado.

Y es que una de las grandes preocupaciones que tienen algunos simpatizantes con respecto a mis trabajos, se balancea en la cuna de los títulos, sobre los nombres que llevan algunas de mis canciones, discos o libros. Por favor, hermanito, habiendo tantas otras cosas por las cuales preocuparse!  Pero como soy tan buena gente, no me queda más remedio que escribir algo al respecto, eludiendo, como ya han visto, las irrefrenables apetencias que tuve para no colocar una inacabable etiqueta a esta nueva Entrada.

El primer título largo del cual me percaté, vino con los Beatles, y su disco “El Club de los Corazones Solitarios del Sargento Pimienta” (Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band). De estos mismos muchachos, tenemos una canción titulada: Everybody's got something to hide except me and my monkey”, algo así como “Todo el mundo tiene algo que ocultar, excepto yo y mi mono”…  Otros infaltables en esta lista, serían los Pink Floyd, que vuelan las fronteras con su Several Species of Small Furry Animals Gathered Together in a Cave and Groving With a Pict” de un disco de traducción impublicable: “Ummagumma”, de 1969. Y bueno, también está mi siempre venerado Marc Bolan/T.Rex, con su canción “My People Were Fair and Had Sky in Their Hair... But Now They're Content to Wear Stars on Their Brows”…. Sencillamente lindo y conciso.

Pero también están las obras de Teatro o los libros, donde, por ejemplo hallamos Tres hombres en una barca (por no mencionar al perro) de Jerome K. Jerome, o  “La influencia del olor de los cruasanes calientes sobre la bondad humana”, del filósofo, Ruwen Odien. Por otro lado, Camilo José Cela, edita  “Izas, rabizas, y colipoterras. Drama con acompañamiento de cachondeo y dolor de corazón”, y Gabriel García Márquez, no se queda atrás con “Relato de un Náufrago que estuvo diez días a la deriva en una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y olvidado para siempre”. Por otro lado, desde Italia, Davide Ciliberti, lanza su libro kilométricamente titulado:  “Por favor, díganle a mi madre que la publicidad es un don que te da accesos y bebidas gratis, así como a convivir con gente muy importante, como los deportistas, que son noticia de los paparazzi, y que mi casa está llena de objetos de diseñador como Paris Hilton, Tom Ford y Emilio” (2007)

Y todo esto, al menos a mis ojos, conlleva a muchas sensaciones (misterio, profundidad), pero sobre todo: buen humor. Algo que quedaría marcado a fuego por los únicos e incomparables Les Luthiers, agrupación argentina de fina gracia, que se burlaba de toda la etiqueta y rigurosidad del erudito, de toda esa pompa del académico, jugando con los títulos y con los nombres de sus personajes.

Entonces, con todos estos precedentes, ponerle título a mis canciones o a mis discos, no me significó mucho trauma. La primera canción que hice, la titulé: “Tierra Inhóspita o la Aureola de Buitres” (1974), que no me pareció ni tan larga ni tan corta. Aunque igual, la poca gente que conocía de mis trabajos, respondía a esto con alarmada perplejidad, pues un título, por lo general, intenta ser algo que la gente pueda recordar. Es como este Blog.  Ponerle “El Escondrijo de los Tuertos” es como un suicidio comercial. Porque lo más sensato hubiera sido “El Blog del F” o “La Página del Feo”. Pero NO. Tuve que acceder a mi desquicio colegiado y complicarle la vida al sufrido lector en un mundo donde con las justas recuerdas tu propio nombre. 

Entre mis discos con títulos de más de una o dos palabras, están: “A la Mierda lo Demás – Asesinando al Mito” (1995), “Moxón, El Exekrable Viaje Estokástico de Defekhon 1, a Través de los Tiempos” (1998), “Al Final de la Calle, los Sótanos de la Angustia” (2000), “Hospicios, los últimos ciudadanos de la Séptima Casa de la Obscuridad” (2004), entre otros, que, con sus extensiones desmesuradas, harán aflorar la incertidumbre en algunos y la sonrisa en los otros. Luego está mi primer libro: "Los Sumergidos Pasos del Amor / El escenario de las Ocasiones Perdidas - Breve reporte sobre el Rock Subterráneo Limeño y el panorama de la Música Alterna" (2000).

Y dentro de ese repertorio de títulos y subtítulos, caminan: “El retozo de Dunia en el corredor de las Bugambilias”, “El despertar en el cementerio y el encuentro con Yasijah”,  “La Mujer que deseaba salir del Camino, en busca del Asesino Precario, Parte 1”, “Redoble por las Brujas de Calango o la Marcha de los Ciudadanos de la Séptima Casa, “Historia de la Moneda que fue lanzada y dio Vueltas tantas Veces”, o la trilogía que cierra el doble “Al Final de la calle”: “Alguien olvidó a Alguien en el Universo de Alguien”,  “Alguien extravió algo en el Centro del Universo de Todos” y “Alguien perdió todo en la Galaxia de unos cuantos”, desbordando la irritación de los críticos y el estrabismo bizquero de los más desprevenidos.

En los 90's saqué una maqueta titulada "El Método de la Anti-Crítica Estructuralista Dual, contra los Espejos de la Fundamentalidad Cuántica". Y tengo un disco de doble portada cuyo título es más largo que el Metro de Lima: “El Zafiro de las Galas (El retrato de las princesas que van al rescate de las danzas entre los rojos pasadizos de las sombras y que bailan al compás de los espejos de la Luna)” (2007). Mientras que mi último disco editado, es una ópera rock cuyo título completo es La Ventana de los Cíclopes – La Peregrinación Final al Sinakara, entre la Nieve de una Estrella”. 

También podríamos contar a “Nunca Encontraré a Alguien que se parezca a Ti”, “El Hombre que no podía dejar de Masturbarse”, “Entre Planetas e Insectos en Madera”, “Nocturno de Presagios o el Agua de mis Desiertos” o la poca veces cantada “El Vuelo del Aeronauta Noctámbulo, Viajando con las Alas de un Loco”, canción que, luego de ver su extensión un tanto impropia, lo re-bauticé como “El Vuelo del Aeronauta Noctámbulo, viajando alegre y contento, como todo un pastrulazo, deslizándose por los Mares de las Algas Contaminadas con sus Alas de Loco”.

El autor, pensando en algún nuevo titulo largo. (foto Tania Rosmart)

Pero bueno, en estos días de inmediateces y productos instantáneos, los nombres largos no son muy bienvenidos ni para los que hacen las revistas, ni para los programadores de radio. Pero igual, entre mis últimas canciones con títulos más o menos extensos, se incluyen: “Como un Revolver en la Noche de Ayer” y “De esta Historia hagamos una Historia que nos Cuente una Historia”, como para no perder la costumbre. 

Bueno, espero que las dudas hayan quedado resueltas (menuda intranquilidad que tienen algunos), y que esta manía de ponerle nombres largos a las canciones, no obedece a algún prurito mental o a alguna extravagancia propia de los que aún creemos en el amor o en la Navidad. Solo espero que esta crucial anotación, cierre cualquier tipo de escaramuza ideológica, filosofal o kafkiana, que haya inquietado a algún perceptivo e impresionable residente, todo en aras -como no- del buen desenvolvimiento de la humanidad.